
Su seguridad es nuestra prioridad
Una cámara termográfica registra la intensidad de la radiación en la zona infrarroja del espectro electromagnético y la convierte en una imagen visible.
El astrónomo Sir Frederick William Herschel descubrió la existencia de la radiación infrarroja en 1800. Su curiosidad por la diferencia térmica entre los distintos colores de la luz le llevó a dirigir la luz solar a través de un prisma de cristal para crear un espectro y, a continuación, midió la temperatura de cada color. Descubrió que dichas temperaturas crecían en progresión desde la parte del violeta hacia la del rojo.
Tras revelar este patrón, Herschel midió la temperatura del punto inmediatamente más allá de la porción roja del espectro, en una región sin luz solar visible. Y, para su sorpresa, halló que esa región era la que mostraba la temperatura más alta.
Los infrarrojos están a medio camino entre el espectro visible y las microondas del espectro electromagnético. La fuente principal de radiación de infrarrojos es el calor o la radiación térmica. Cualquier objeto con una temperatura superior al cero absoluto (-273,15 ºC o 0 Kelvin) emite radiación en la región infrarroja. Hasta los objetos más fríos que podamos imaginar, como los cubitos de hielo, emiten rayos infrarrojos.
Todos los días estamos expuestos a rayos infrarrojos. El calor de la luz solar, del fuego o de un radiador son formas de infrarrojos. Aunque nuestros ojos no los vean, los nervios de nuestra piel los perciben como calor. Cuanto más caliente es un objeto, más radiación de infrarrojos emite.
La termografía de infrarrojos es el arte de transformar una imagen de infrarrojos en una imagen radiométrica que permita leer los valores de temperatura.
Por tanto, cada píxel de la imagen radiométrica es, de hecho, una medición de temperatura. Para ello, se incorporan complejos algoritmos a la cámara de infrarrojos. Esto hace de la cámara termográfica una herramienta perfecta para el mantenimiento predictivo.
Sin costosas averías ni pérdidas de tiempo. Así, si es usted el responsable del mantenimiento predictivo de su planta, es mucha la responsabilidad que tiene. Con solo poder prever qué componentes están a punto de averiarse, podría precisar en qué momento adoptar las debidas medidas correctivas. Por desgracia, los peores problemas permanecen ocultos hasta que es demasiado tarde.
Las cámaras termográficas son la herramienta perfecta para predecir fallos ya que consiguen hacer visible lo invisible. En una termografía, los problemas saltan a la vista de inmediato.
Con el fin de mantener sus plantas operativas en todo momento, muchas empresas han combinado sus programas de mantenimiento predictivo con las herramientas de diagnóstico más valiosas para el mantenimiento predictivo del mercado: las cámaras termográficas.
Tanto si tiene que supervisar equipos de alta tensión, cuadros eléctricos de baja tensión, motores, bombas, equipos de alta temperatura, como buscar pérdidas de aislamiento… una cámara termográfica es justo la herramienta que necesita para VERLO todo. Pero ¿qué pasa si no realiza inspecciones térmicas regulares? ¿De verdad es tan malo que se estropee una conexión de baja tensión? Al margen de las pérdidas en la producción, hay un peligro mayor.
Los efectos de un fuego suelen infravalorarse. Además de la destrucción de bienes y equipos, puede generar inmensos costes en concepto de tiempos de producción, daños por agua e incluso pérdidas humanas, imposibles de evaluar.
Alrededor del 35% de los fuegos industriales tiene su origen en problemas eléctricos que causan pérdidas por valor de 300.000.000.000 de euros al año.
Muchos de estos problemas podrían evitarse con el uso de una cámara termográfica. Puede ayudar a detectar anomalías que normalmente serían invisibles a simple vista y a solucionar problemas antes de que se detenga la producción o se produzca un incendio.
Esta es solo una de las razones por las que las cámaras termográficas FLIR permiten rentabilizar la inversión en muy poco tiempo.
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